miércoles, 11 de marzo de 2009

Clint Eastwood

Hace breves fechas que se ha estrenado en España Gran Torino, la última película de Clint Eastwood. Un cineasta que ya ha cumplido 78 años, y que con cada nueva entrega nos fascina con una lección de cine. El título de la última, Gran Torino, hace referencia a un modelo de automóvil que fue muy popular en Estados Unidos en la década de los setenta. El protagonista de la película, interpretado por el mismo Eastwood, tiene uno de estos coches, que él mismo contribuyó a fabricar como trabajador en la cadena de montaje de Ford. Como el coche, Walt Kowalski es ya un hombre de otra época. La película arranca con el fallecimiento de su esposa, lo que representa un paso más en su aislamiento, su descreimiento religioso y su dificil relación con la familia y los vecinos, emigrantes asiáticos que se instalan en un barrio cada vez más degradado. Veterano de la Guerra de Corea, se encuentra solo en un ambiente que le hace chocar frontalmente con sus prejuicios.
Clint Eastwood se apoya en este personaje envejecido y amargado por un tipo de vida que no comprende ni le respeta, para ir proponiendo al espectador una serie de cuestiones relevantes sobre la sociedad actual y su deriva. Así, visualizamos una sociedad que no sabe cuidar de sus mayores -frente al contraste de sus vecinos llegados del lejano oriente que sí lo hacen-. La violencia de las bandas callejeras que aplican pautas racistas para luchar entre sí (latinos enfrentados a asiáticos y negros) permiten a Eastwood reflexionar sobre la violencia, más específicamente sobre la forma en la que ésta afecta a los personajes.
Sin duda Eastwood no puede evitar a su propio icono, ya que su imagen inevitablemente nos remite a Harry el sucio, el "hombre sin nombre" de los 'westerns' de Sergio Leone rodados en Almería, o sus heroes solitarios encarnados en películas como el Jinete pálido, El fuera de la ley, Fuga de Alcatraz, Cazador blanco, corazón negro, Sin perdón o 'Million dolar baby'.
El envejecido Kowalski mantiene el gesto y la mirada que congela y es amigo de las armas de fuego. Sin embargo tiene el punto sentimental que jamás hubiese demostrado el duro inspector Callahan, pero que sí mostraba ya el viejo entrenador de boxeo en 'Million dollar baby'.
Con un desenlace que sobrecoge por la generosidad sublime del anciano ex-combatiente, y que reformula el modelo del vengador solitario de tantas películas que reivindica la violencia como solución final de los conflictos, este filme propone una profunda reflexión sobre el comportamiento humano y la importancia de ser imperfectos.

2 comentarios:

Mike-Bell dijo...

Un aspecto que creo también combina muy bien la película es el de la mezcla de drama y humor, en determinados momentos provoca risas en el espectador pero manteniendo siempre el hilo dramático intacto. También es interesante la paradoja en la que los asiáticos con los que luchó durante la guerra acaben teniendo más lazos sentimentales con él,que su propia familia.

Es una película entretenida en la que se aportan muchos de elementos de reflexión.

María Dolores Iacolutti dijo...

Particularmente, respecto de la reflexión final que nos propone el comentario, rescato la importancia de “la mirada”, del compromiso de los otros para que algo pueda cambiar.
María Dolores