domingo, 10 de junio de 2018

La universidad digital: ¿dónde estamos y hacia dónde vamos?



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La “Revista Iberoamericana de Educación a Distancia” cumple ahora 30 años de historia (1988-2018) y en la actualidad, adaptándola a los nuevos tiempos, lleva el subtítulo de “Revista Iberoamericana de la Educación Digital” (RIED). En estos años ha publicado más de 500 artículos científicos. La especificidad de estos trabajos se ha vinculado a la educación a distancia y las tecnologías digitales aplicadas a la enseñanza y al aprendizaje.

RIED conmemora esta permanencia en el ámbito de la comunidad científica con un número monográfico dedicado a la Universidad digital, en el que se analiza la transformación de las universidades, concernidas en el compromiso de aportar avances significativos a la sociedad del conocimiento. Este número especial propuesto por el director de la  Revista, el profesor Lorenzo García Aretio, ha sido coordinado por el Catedrático de la Universidad de La Laguna, Manuel Area Moreira, y el listado de autores que participan en el mismo, es muy representativo de la realidad actual de la Tecnología Educativa en España.

Los contenidos de este número titulado ‘Hacia la universidad digital: ¿dónde estamos y a dónde vamos?’,  Vol. 21, núm. 2 (julio, 2018) pueden consultarse en el siguiente enlace: http://revistas.uned.es/index.php/ried/issue/view/1185

El autor de este blog participa en este número conmemorativo con el artículo:

martes, 20 de marzo de 2018

Hedy Lamarr , la actriz que inventó el Wifi



He visto recientemente el documental “Bombshell, the Hedy Lamarr Story” (2017), dirigido por Alexandra Dean, donde se describe la trayectoria vital de esta famosa estrella de Hollywood, que triunfó en los años 40 y 50 del siglo pasado. Nació en Viena en 1914, y su vida desde el principio fue poco convencional.  Su belleza deslumbrante la llevó a triunfar en la meca del cine, pero su historia, que ella narra en su autobiografía (Éxtasis y yo, Notorious Ediciones) es el reflejo de una persona decidida, muy inteligente y con una gran capacidad de iniciativa. Hija única de un banquero y una concertista de piano, en el colegio destacó por su brillantez intelectual. Abandonó sus estudios de ingeniería para cumplir su ilusión de ser actriz. Con 18 años protagonizó en Checoslovaquia la película Éxtasis (1933), fue el primer filme en mostrar el rostro de una actriz durante un orgasmo, lo que dio pie a un gran escándalo y la prohibición para ser proyectada. Poco después se casó con Fritz Mandl, magnate de la empresa armamentística, y cercano a los intereses del nazismo. Disconforme con ese matrimonio, en 1937 huyó a París con un plan digno de una película de espionaje. Después se trasladó  a Londres donde embarcó en el trasatlántico Normandie, con destino a Estados Unidos, sin apenas hablar inglés. En este viaje coincidió con el productor de películas Louis B. Mayer que le ofreció un contrato en Hollywood por siete años. Trabajó a las órdenes de grandes directores como King Vidor (Camarada X, 1940), Jacques Tourneur (Noche en el alma, 1944) o Cecil B. DeMille (Sansón y Dalila, 1949). Protagonizó una treintena de películas; estuvo cerca de interpretar al personaje de Escarlata en Lo que el viento se llevó y rechazó el papel que hizo Ingrid Bergman en Casablanca. Como curiosidad, su llamativo rostro sirvió de inspiración para crear el de Blancanieves para la película de Walt Disney.

Su inquietud intelectual, vinculada a su interés en colaborar con la causa aliada en contra de los nazis durante la II Guerra Mundial, fomentó su faceta de inventora. En 1941 inscribió la patente de un método de comunicación destinado a la industria militar. El invento conocido como ‘salto de frecuencia’ consistía en que tanto el emisor como el receptor de una señal cambiaban de frecuencia emitida secuencialmente, siguiendo un patrón aleatorio, evitando así que esa señal pudiera ser interceptada. De esta manera sin conocer el código de cambio de canales, la señal no podía ser reconstruida. Los mensajes o señales se basaban en un código binario. Hedy Lamarr desarrolló esta idea en colaboración con George Antheil, pianista y compositor norteamericano, admirador de Stravinsky. Ambos utilizaron como referencia una cinta de pianola que permite marcar 88 señales, correspondientes a las 88 teclas del piano. En el dibujo del transmisor que consta en la patente, se representan 7 condensadores para poder transmitir en siete frecuencias, en tanto que el receptor solo dispone de 4 condensadores para sintonizar las frecuencias útiles. Los tres canales restantes emiten señales falsas, que no pueden ser sintonizadas por el receptor propio, y están destinadas al engaño del adversario. La idea inicial era proteger las señales que dirigen los torpedos a distancia, lanzados desde buques de guerra. El 10 de junio de 1941 presentaron ambos la solicitud de patente con la denominación: ‘Secret Communication System’, que les fue concedida el 11 de agosto de 1942, cuando Estados Unidos ya había declarado la guerra a Japón y Alemania. La patente interesó a los militares norteamericanos, pero estos pensaron que el sistema no era demasiado apto para ser colocado en un torpedo, y finalmente no lo desarrollaron. Por tanto, no se utilizó durante la II Guerra Mundial, pero años después el ejército lo aplicó en 1962, durante la crisis de los misiles en Cuba ya que la fuerza naval enviada por los Estados Unidos empleó la conmutación de frecuencias para el control remoto de boyas rastreadoras. Y años después, se adoptó la misma técnica en el sistema norteamericano de defensa por satélite (Milstar).


En la actualidad, muchos sistemas orientados a voz y datos, tanto civiles como militares emplean sistemas de banda ancha, entre ellos todas las tecnologías inalámbricas de que disponemos hoy. Así, el Wifi o el BlueTooth tan presentes en nuestras vidas, se basan en el cambio aleatorio de frecuencia, inventado por Hedy Lamarr, que sin duda fue la pionera de esta tecnología. Nunca obtuvo ingresos por la patente, ya que formalmente caducó sin ser utilizada, pero en el documental antes mencionado un hijo de Hedy Lamarr demuestra que la marina estadounidense sí aplicó la patente antes de que caducara. Hedy Lamarr falleció el 19 de enero de 2000 en Altamonte Springs, Florida (Estados Unidos). Como última voluntad pidió que parte de sus cenizas se esparcieran por los bosques de Viena, cerca de su casa natal.

Enlace a la web oficial de Hedy Lamarr: https://www.hedylamarr.com/

martes, 6 de marzo de 2018

Inteligencia Artificial y Educación



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En fechas recientes se ha celebrado en Barcelona el Mobile World Congress (MWC) 2018, cuyas novedades han tenido un amplio seguimiento por los medios de comunicación. Este encuentro mundial se realiza en Barcelona por decimotercer año consecutivo, funcionando como escaparate de las principales novedades tecnológicas. Y en esta edición se han presentado novedades que hablan de la cuarta revolución industrial, Inteligencia Artificial, coches conectados, Internet de las Cosas o tecnología 5G.

Estas propuestas van dirigidas al desarrollo de aplicaciones para crear la denominada Industria 4.0, en un mundo globalizado donde la conectividad es cada vez más sofisticada y ubicua. Las propuestas presentadas están relacionadas con tecnologías como el reconocimiento de voz, los chatbots (programas informáticos parlantes), los asistentes virtuales, el Internet de las Cosas, el coche autónomo, la robótica, la realidad virtual y aumentada, la computación cuántica, la transformación digital, los servicios en la nube, la ciberseguridad o la analítica de datos. Una de las propuestas que más ha llamado la atención en esta última edición del MWC ha sido la Inteligencia Artificial (IA) y sus aplicaciones en desarrollos que exigen una interacción compleja con diferentes tecnologías.

En el campo de la educación, los expertos plantean que algunas de estas tecnologías tendrán una presencia significativa en la enseñanza a medio plazo. Principalmente se destaca la realidad virtual, la robótica educativa, los sistemas de tutoría inteligente y aprendizaje online o la analítica del aprendizaje; como opciones que, con toda probabilidad, ocuparán un lugar destacado en las aulas dentro de quince años.

Así, la robótica educativa, iniciada a partir de que Lego desarrollara en los años ochenta sus primeros kits de robótica bajo la marca Mindstorms, se han lanzado al mercado numerosos modelos destinados a promover distintas áreas del aprendizaje. Diferentes empresas han creado materiales que permiten a los estudiantes crear y programar sus propios robots, lo que ayuda a desarrollar el pensamiento lógico-deductivo y la creatividad. Los sistemas de tutoría inteligente, se apoyan en herramientas como el reconocimiento automático de habla (RAH) y el procesamiento de lenguajes naturales (PLN). Estos tutores cognitivos guían de manera adaptativa el aprendizaje y la ejercitación en distintas disciplinas. La analítica del aprendizaje es un área que trabaja en la medición, recopilación y análisis de datos de los estudiantes durante el proceso de aprendizaje. Tiene utilidad, por ejemplo en las propuestas basadas en los MOOC y los sistemas de aprendizaje online, donde pueden manejarse grandes cantidades de datos.

Que estas proyecciones lleguen a ser una realidad y supongan mejoras reales y significativas para los procesos de enseñanza-aprendizaje, dependen en gran medida de que los docentes y demás sectores de la comunidad educativa resuelvan satisfactoriamente los retos que estas tecnologías plantean. La dificultad principal radica en resolver su integración en los contextos y situaciones específicamente educativos, lo que implicará reformular los códigos de enseñanza, mediante una toma de conciencia sobre las posibilidades de la inteligencia artificial en la educación y, reformular los procesos de enseñanza-aprendizaje para que estas nuevas tecnologías encajen de una forma práctica y significativa, de manera que puedan reportar los beneficios esperados.

Resulta de interés, para profundizar en estas cuestiones, consultar el proyecto One Hundred Year Study on Artificial Intelligence (AI100), impulsado por la Universidad de Stanford.